A medida que se acerca el primero de julio, la política en nuestras vidas cotidianas se intensifica. Para algunas,
las pláticas se centran en las campañas, las mentiras, las propuestas, los debates, el qué va a pasar, qué vamos
a hacer, etcétera. Para otros, la energía se concentra en evitar justamente esas conversaciones, el miedo a la confrontación
y el conflicto con aquellas personas que nos rodean pero que no necesariamente comparten nuestras opiniones, está
también presente en épocas electorales. Así que de maneras visibles o invisibles, la elección nos acompaña a todos
y a todas por varios meses.
Dos de las herramientas sobre las que descansan muchas de estas predicciones son las encuestas y el análisis de tendencias,
cuyos datos son publicados con cada vez mayor frecuencia y que pretenden pintar un cuadro de la situación electoral
en el país.
Una parte fundamental de las elecciones es la incertidumbre de los resultados, y en meses próximos a las elecciones
ésta se hace presente en preguntas como ¿qué pasará este primero de julio? ¿Quién va a ganar? ¿Cuál será la distribución
final de votos? ¿Quién apoya a qué candidato? De una manera u otra, muchos intentamos inferir la respuesta a estas
preguntas, con más o menos información, lanzamos predicciones en nuestras comidas familiares, con las personas con
quienes trabajamos, en chats de amigos, y en nuestros espacios de opinión en redes sociales. Dos de las herramientas
sobre las que descansan muchas de estas predicciones son las encuestas y el análisis de tendencias, cuyos datos son
publicados con cada vez mayor frecuencia y que pretenden pintar un cuadro de la situación electoral en el país. Algunas
más sofisticadas que otras, las predicciones inundan los periódicos, las redes sociales y los noticieros.
En las próximas líneas, comparto algunas reflexiones en torno a dos maneras distintas de conocer preferencias y opinión
acerca de ciertos temas, y su relevancia en el proceso electoral.
Las encuestas
Las encuestas tradicionales, esas en las que se formulan preguntas pre-establecidas y se aplican de manera masiva,
han sido parte de la agenda política por varias décadas. Desde los años 40, y especialmente tras la predicción de
Gallup sobre el triunfo de Roosevelt en 1936 el conocer las preferencias y hacer predicciones sobre resultados electorales
ha jugado un papel central en las elecciones (Pavía et al. 2011).
Una contradicción envuelve las encuestas, por un lado, la gente dice no creer en ellas y afirma que hay sesgos, que
éstas se equivocan en sus predicciones, que maquillan los datos y que favorecen a quien las paga, entre otros argumentos.
Sin embargo, también un número importante de personas, a veces las mismas que las critican, las usan como referencia,
las citan, refuerzan sus creencias y argumentan usando los datos generados por éstas.
Ventajas
Las encuestas pueden ser representativas de la población en general y darnos una idea de qué piensan las y los mexicanos
sobre temas electorales.
Con una muestra bien diseñada, las encuestas pueden ser representativas de la población en general y darnos una
idea de qué piensan las y los mexicanos sobre algunos temas, en este caso electorales.
Pueden recabar información específica, como la postura ante un tema en particular
Pueden reflejar los cambios en preferencias ante ciertos sucesos o eventos importantes. Esto también puede ser
una desventaja, ya que si no se aclara la temporalidad de la encuesta (cuando fue realizada) se pueden descontextualizar
los resultados presentados.
Desventajas
Las encuestas son una interacción y ésta estructura nuestras conductas y nuestras respuestas a mayor o menor grado.
Sesgo de afabilidad: esto es, en otras palabras, el deseo de quienes somos encuestados de parecer personas sensatas,
inteligentes, informadas y afables ante quien nos encuesta. ¿Cómo se ve esto en la realidad? Muchas personas
no quieren parecer ignorantes, cómo voy a aceptar ante un extraño que no sé qué es la reforma educativa, o que
nunca en mi vida he escuchado hablar de ese candidato, o que en realidad no sé si voy a votar porque no he ido
a recoger mi credencial de elector. Las personas tratamos de causar una buena impresión en quien nos encuesta,
de leer la persona para no dar respuestas que puedan ser antagónicas, depende de quien nos entreviste podemos
cambiar algunas de nuestras respuestas o matizarlas. Esto tiene que ver con que las encuestas, sobre todo las
que se realizan cara a cara en viviendas y a menor nivel las que son por teléfono, son una interacción y ésta
estructura nuestras conductas y nuestras respuestas a mayor o menor grado.
Indecisos y no respuestas: ¿Qué pasa cuando una proporción importante de las personas encuestadas no sabe por quién va a
votar, no ha decidido, o ni siquiera sabe si votará o no? ¿Qué hacemos con esos datos? ¿Qué hace un encuestador
cuando la persona decide no querer contestar a una pregunta o no se conforma con las opciones disponibles como
respuesta? Las encuestas han ideado muchas técnicas para tratar de predecir qué pasara con estas respuestas,
sin embargo, cuando el número de no respuesta o indecisión es muy grande, los resultados mostrados pueden cambiar
mucho, e incluso revertir ciertas tendencias que parecerían muy claras.
Como muestra un ejercicio…
Las siguientes dos gráficas representan las respuestas a una pregunta formulada en una encuesta.
¿Qué podría pasar? Imaginen que en realidad el 30% de las personas encuestadas en efecto dijo que no sabía por quién
votar, o dijo que prefería no responder a esa pregunta. La gráfica se vería más o menos así:
Con respecto a esto vale la pena recordar las palabras de Alberto Cairo: “Las mismas reglas éticas que aplican al periodismo,
deben ser aplicadas a la representación visual de la información”.
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Análisis de tendencias
El análisis de tendencias que nos permiten herramientas como Google Trends, una herramienta más nueva que las encuestas
tradicionales, se ha vuelto también una fuente de información para políticos, académicos, empresas, periodistas y
gobiernos. Las tendencias, como las redes sociales enseñan estructuras, conexiones no necesariamente entre personas
particulares pero sí entre preferencias, búsquedas, y sitios visitados. Es decir, puede decirnos qué es lo más buscado,
pero además cómo se conectan búsquedas entre ellas y cómo cambian estas a través del tiempo.
Ventajas:
La búsqueda en privado genera confianza en buscar lo que realmente nos interesa; aclarar dudas que en público nos da pena
enunciar.
Las búsquedas que construyen las tendencias se realizan desde lo privado, desde espacios de intimidad: una persona
frente a su computadora o dispositivo. Esto hace que nos sintamos más seguras, con la confianza de poder buscar
lo que realmente nos interesa; aclarar nuestras dudas que en público nos da pena enunciar, y cuestionar algunas
cosas que se nos dicen o que no necesariamente nos convencen pero que de ser dichas en público podrían provocar
un conflicto. En términos más técnicos, hay menos ocultamiento de interés.
Hay preferencias partidistas o ideológicas que no se mueven con tanta facilidad, desde el conocido como “voto duro”
hasta las posturas acerca de ciertos temas como los derechos sexuales y reproductivos, el consumo de drogas,
la migración, o el grado de intervención del Estado en diferentes asuntos. Sin embargo, lo aparentemente estático
de ciertas opiniones no necesariamente se traduce en un paquete de opiniones / creencias / preferencias que podamos
inferir a priori. Es decir, el que una persona vaya a votar por un candidato no implica que comparta todo el
paquete de opiniones asociado con dicho candidato, pero sí uno o dos temas que le son especialmente relevantes.
Las personas y su opinión son algo complejo y en muchas ocasiones lleno de ambivalencias y contradicciones. La
apertura de la investigación de tendencias es que estas contradicciones son hallazgos, estas ambivalencias son
interrogantes, y no necesariamente implican una inconsistencia en los resultados.
Como en todo método exploratorio, hay que saber cómo buscar, y qué buscar. Sin embargo, la metodología del análisis
de tendencia hace que la exploración sea menos costosa y que el ensayo-error sea más sencillo que formular una
nueva encuesta, muestreo, y su implementación.
La cantidad de datos es enorme, y éstos se generan con gran rapidez. Las posibilidades de análisis son muchísimas
y el recabar los datos es mucho menos costoso que lo que implica hacer encuestas.
Las tendencias pueden reflejar asociaciones que en las encuestas no se toman en cuenta, entre temas y candidatos,
entre búsquedas que parecerían no relacionadas, etc. ¿Con qué palabras se asocia a cada candidato? ¿Quién se
asocia con seguridad, con corrupción, con confianza, con inteligencia? ¿A quiénes se les busca en conjunto? ¿A
quiénes se les compara, y con quiénes?
Puede hacerse un análisis en tiempo real, no necesariamente posterior a una reflexión o exposición a ciertos eventos.
Nos acerca de una manera más “pura” y “directa” a lo que hace fluctuar las preferencias. Por ejemplo, un candidato
o candidata habla de la reforma a un artículo constitucional y en ese momento esa es una búsqueda popular en
Google; o alguien menciona a un posible miembro de su gabinete y esta persona, antes probablemente desconocida
para el público en general, se vuelve popular en los buscadores.
Puede haber búsquedas sobre el sistema, el cómo votar, el por qué votar, cosas que tal vez muchas personas no estén
dispuestas a aceptar frente a otra persona, o cuando se les pregunta directamente. Esto no sólo es interesante,
sino que permite conocer los vacíos de información, el desconocimiento del sistema y los procesos, y las dudas
que pueden estar enfrentando muchas personas frente a la elección y cómo participar en ésta.
Desventajas:
A pesar de lo "democrático" del internet, en países como México, el acceso a este sigue siendo diferenciado, observando
sesgos que resultan de cosas tan básicas como el saber escribir.
Las tendencias tienen la ventaja de ser “más honestas” sin embargo, implican análisis muy sofisticados que permitan
hacer ciertas inferencias. Es decir, buscar constantemente a un candidato o candidata no necesariamente refleja
preferencia por dicha persona, hasta podría reflejar lo contrario.
Las búsquedas no discriminan entre quienes votarán y quienes no, incluso quienes no tienen la edad para votar,
o quienes no son nacionales mexicanos pero se encuentran en territorio mexicano, etc.
Hay ciertos sesgos posibles, como la edad, el acceso a cierta tecnología, y algunos como el saber o no saber usar
ciertas herramientas de búsqueda, relacionadas con cosas tan básicas como el saber escribir. Es decir, a pesar
de lo “democrático” del internet, en países como el nuestro, el acceso a éste sigue estando diferenciado por
edad, región, nivel socioeconómico y sexo (un poco más de datos en las próximas entregas).
El análisis de tendencias, como su nombre lo indica, arroja información que permite comparar una búsqueda con otra,
la frecuencia con que se busca a un candidato en comparación con otro, y las palabras o temas asociados a cada
candidato. Sin embargo, estos análisis no arrojan número absolutos, es decir, no podemos conocer el universo,
sólo la distribución de frecuencias dentro de éste. Como ejemplo, podemos saber que del 100% de las búsquedas
por candidatos, 40% son para un candidato, 31% para otro, 16% para otra, pero no podemos saber si fueron 1000
búsquedas o dos millones.
La importancia de la opinión pública no es sólo que refleja, si no que podría también ser lo que impone o moldea la
agenda. Tal vez conocerla en su complicación, sus asociaciones, sus búsquedas, y sus respuestas no sólo articule
un diagnóstico si no que se pueda convertir en los primeros esbozos de un plan de respuesta más adecuado y cercano
a las inquietudes del público.
Notas
1 Las gráficas para este ejemplo son de elaboración propia y los datos no representan resultados de ninguna encuesta
en particular.
Moreno, Alejandro. 2008a. “La Opinión Pública Mexicana En El Contexto Postelectoral de 2006.” Perfiles Latinoamericanos
16 (31): 39–63.
———. 2008b. “La Opinión Pública Mexicana En El Contexto Postelectoral de 2006.” Perfiles Latinoamericanos 16 (31):
39–63.
Pavía, Jose M., Pau Rausell, Francisco Marco-Serrano, and Vicente Coll. 2011a. “Encuestas Electorates Online: Nuevos
Retos, Viejos Problemas / Online Electoral Polls: New Challenges, Old Problems.” Reis, no. 135: 107–21.
Red Ética FNPI. 2014. 10 principios de Alberto Cairo sobre la ética en la inforgrafía periodística. http://eticasegura.fnpi.org/2014/01/15/10-principios-de-alberto-cairo-sobre-la-etica-en-la-infografia-periodistica/
Willnat, Lars, Ven-hwei Lo, and Annette Aw. 2012. “The Good, the Bad and the Ugly: Public Opinion Polling in Taiwan.”
In Opinion Polls and the Media, 198–222. Palgrave Macmillan, London.
https://link.springer.com/chapter/10.1057/9780230374959_10.